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Hepatitis Vírica

31 de Julio de 2018

Hepatitis Vírica

 

Esta enfermedad está causada por un virus y se caracteriza por una inflamación del hígado, en el cual, sus células son destruidas y no pueden cumplir sus funciones. La hepatitis vírica es una enfermedad de larga evolución (dura 1 o 2 meses). Existen cinco tipos (A, B, C, D y E), todos causados por virus diferentes.

Esta enfermedad puede evolucionar hacia una fibrosis (cicatrización), una cirrosis o un cáncer de hígado. Los virus de la hepatitis son la causa más frecuente de esta enfermedad, que también puede deberse a otras infecciones, sustancias tóxicas (por ejemplo, el alcohol o determinadas drogas) o enfermedades autoinmunitarias.

La hepatitis A y la E son causadas generalmente por la ingestión de agua o alimentos contaminados. Las hepatitis B, C y D se producen por el contacto con humores corporales infectados. Son formas comunes de transmisión de estos últimos, la transfusión de sangre o productos sanguíneos contaminados, los procedimientos médicos invasores en que se usa equipo contaminado y, en el caso de la hepatitis B, la transmisión de la madre al bebé en el parto o de un miembro de la familia al niño, y también el contacto sexual.


Algunas personas que tienen hepatitis no presentan síntomas. Otras pueden presentar:

  • Pérdida del apetito
  • Náusea y vómitos
  • Diarrea
  • Orina oscura y evacuaciones de coloración pálida
  • Dolor abdominal
  • Ictericia, tonalidad amarilla de la piel y los ojos

Los científicos han identificado cinco virus de la hepatitis designados por las letras, A, B, C, D y E. Todos causan enfermedades hepáticas, pero se distinguen por varios rasgos importantes:

  • El virus de la hepatitis A (VHA)

Está presente en las heces de las personas infectadas y casi siempre se transmite por el consumo de agua o alimentos contaminados. Se puede propagar también por ciertas prácticas sexuales. En muchos casos la infección es leve, y la mayoría de las personas se recuperan por completo y adquieren inmunidad contra infecciones futuras por este virus. Sin embargo, las infecciones por el VHA también pueden ser graves y potencialmente mortales.

  • El virus de la hepatitis B (VHB)

Se transmite por la exposición a sangre, semen y otros líquidos corporales infecciosos. También puede transmitirse de la madre infectada al bebé en el momento del parto o de un miembro de la familia infectado a un bebé. Otra posibilidad es la transmisión mediante transfusiones de sangre y productos sanguíneos contaminados, inyecciones con instrumentos contaminados durante intervenciones médicas y el consumo de drogas inyectables.

  • El virus de la hepatitis C (VHC)

Se transmite casi siempre por exposición a sangre contaminada, lo cual puede suceder mediante transfusiones de sangre y derivados contaminados, inyecciones con instrumentos contaminados durante intervenciones médicas y el consumo de drogas inyectables. La transmisión sexual también es posible, pero mucho menos común. No hay vacuna contra la infección por el VHC.

  • Las infecciones por el virus de la hepatitis D (VHD)

Solo ocurren en las personas infectadas con el VHB; la infección simultánea por ambos virus puede causar una afección más grave y tener un desenlace peor. Hay vacunas seguras y eficaces contra la hepatitis B que brindan protección contra la infección por el VHD.

  • El virus de la hepatitis E (VHE)

Como el VHA, se transmite por el consumo de agua o alimentos contaminados. El VHE es una causa común de brotes epidémicos de hepatitis en las zonas en desarrollo y cada vez se lo reconoce más como una causa importante de enfermedad en los países desarrollados.

 

Síntomas

La hepatitis puede manifestarse de forma aguda o crónica. La forma aguda supone que la enfermedad comenzará y desaparecerá rápidamente; si, por el contrario, es crónica, la enfermedad perdurará en el tiempo, pudiendo desembocar en una insuficiencia hepática e, incluso, en la aparición de cáncer.

La gravedad dependerá de diversos factores, entre ellos el agente desencadenante de la patología (causa), o la presencia de otras enfermedades previas en el paciente.

Los síntomas que pueden percibirse en los primeros momentos de la enfermedad (primeros 5-7 días tras la infección) son fácilmente confundibles con los de una gripe o cualquier otra enfermedad común. Se observa:

  • Malestar general, cansancio y falta de concentración
  • Fiebre de hasta 39ºC
  • Dolor muscular y articular
  • Dolor de cabeza
  • Fotofobia (fobia a la luz)
  • Síntomas digestivos, falta de apetito, náuseas, vómitos y diarreas.

Tras esa primera semana en la que se aprecian síntomas poco específicos, comenzarán a aparecer otros que empiezan a ofrecer pistas sobre el origen de la enfermedad:

  • Apariencia amarillenta de la piel y las mucosas, fácilmente apreciable en la esclerótica del ojo
  • Orina de color oscura y heces decoloradas o teñidas, como consecuencia de un trastorno en la circulación hepática
  • Mal aliento, sabor amargo en la boca
  • Picor
  • En ocasiones se produce dolor abdominal, en el lado derecho o en el izquierdo, dependiendo de si este dolor proviene del hígado o del bazo
  • Cirrosis, fibrosis del tejido hepático (depósito de fibras de colágeno), que tiene como consecuencia una alteración en la morfología del órgano y en la irrigación sanguínea del mismo

La inflamación puede desaparecer por sí sola, pero si, por el contrario, perdura y se cronifica, puede originar un fallo hepático:

  • Agudo o fulminante: Caracterizado por la disminución de la producción de determinadas proteínas (como la albúmina y algunas proteínas implicadas en la coagulación), y por el desarrollo de encefalopatía hepática, que implica cambios en los patrones de sueño, confusión, alteraciones en la motilidad, e incluso coma.
  • Crónico: Suele darse previa aparición de un cuadro cirrótico.

En algunos casos puede ocurrir que el paciente se encuentre totalmente asintomático, o que presente síntomas muy leves que no hagan sospechar de un problema hepático; esto ocurre en numerosas ocasiones en personas infectadas con el VHA.

 

Tratamiento

Tanto la hepatitis A, como la hepatitis B, pueden curarse, sin intervención médica. Si no es así, el médico establecerá un tratamiento u otro, según la causa del trastorno, edad del paciente, sensibilidad a determinados fármacos, etcétera. No existe un tratamiento específico para la hepatitis A, suele recomendarse dieta pobre en grasas, evitar el consumo de alcohol y otros tóxicos y descanso.

Para la hepatitis B, además de la recomendación de seguir las indicaciones anteriores, existen algunos medicamentos disponibles para combatirla. Hay que tener en cuenta que muchos pacientes infectados por el VHB pueden tener la enfermedad inactiva y, por lo tanto, no requieren ningún tratamiento.

Para la hepatitis C el tratamiento más efectivo es la combinación de ribavirina (un antiviral que se toma por vía oral) con interferón pegilado alfa (que se administra por vía subcutánea). El tratamiento dura entre 24 y 48 semanas, y presenta ciertos efectos secundarios que a veces no son bien tolerados por los pacientes. La respuesta al tratamiento depende de la etapa en que se encuentre la enfermedad, del tipo de virus por el que se esté infectado y de la cantidad de virus en la sangre, entre otros factores. Sin embargo, el empleo de estos medicamentos puede curar la enfermedad en muchos pacientes.

 

Prevención

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, sólo una de cada 20 personas infectadas con hepatitis B o C conoce su situación, lo que facilita que esta enfermedad infecciosa siga extendiéndose por todo el mundo. La prevención es la mejor opción para evitarlo, y estas son algunas recomendaciones que debe tener en cuenta para prevenir un contagio de hepatitis:

  • Mantenga hábitos de higiene adecuados, evite condiciones de hacinamiento e insalubridad.
  • Fomente la potabilización del agua de consumo, y evitar beber agua en zonas donde las condiciones sanitarias sean deficientes y no exista un control adecuado.
  • Evite compartir agujas, jeringas, etcétera.
  • No se someta a intervenciones estéticas (piercings, tatuajes, cirugías menores, etc.) en centros que no estén certificados.
  • Mantenga relaciones sexuales con protección.

Recuerde que la prevención en muchos casos es la solución.

 

FUENTES:

https://medlineplus.gov/

https://www.orpha.net

http://www.who.int - Organización mundial de la salud

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